viernes, 29 de septiembre de 2017

Problemas sociales:
Qué es la Alianza para el Progreso
Por MANUEL SEOANE
(Peruano)
. . .
El Consejo de la OEA en Punta del
Este, aprueba la creación de ALPRO
Hace poco, en Río de Janeiro, en un programa de T.V., el punzante periodista brasilero Nilson Amado, me espetó un reto mordaz:
-¿Podría usted definir en una frase qué es la Alianza para el Progreso? ¿Son las donaciones de los Estados Unidos? ¿Son los discursos de Kennedy? ¿Es el BID, la OEA, el AID, la CEPTAL o la FAO? ¿Es un concurso de siglas o de palabras cruzadas? ¿Es una galaxia?-
Fue tan vertiginoso y heterogéneo el rosario de preguntas, que sin tiempo para reflexionar, y -conjetura por conjetura- le respondí:
-  Y a mí me asalta otra duda. ¿Qué cosa es el Brasil? ¿Es Pernambuco, que se proclama el Estado más pobre de América del Sur? ¿Es Sao Paulo a quien se juzga el Estado más rico de nuestro Continente? ¿Es Río de Janeiro, su capital jurídica, o es Brasilia, su capital política? ¿Es su Poder Judicial o su Poder Legislativo? ¿Es la sombra de Getulio, o esta T.V. que penetra como un poder en las conciencias? ¿O todos son factores confluentes, que coexisten y se coordinan para alcanzar un propósito común?
Otra vez, en Montevideo, un ducho observador, ex Embajador en las Naciones Unidas, y con muchas horas de vuelo en la política, me dijo, un tanto melancólico:
- La Carta de Punta del Este es un espléndido documento teórico. Si la Alianza para el Progreso no camina, es por culpa de los gobiernos latinoamericanos. Firmaron ese compromiso, sin voluntad de cumplirlo, sólo porque en la última página había 20 mil millones de dólares prometidos por Estados Unidos para ayudarlas.
Finalmente, en la Universidad de Valparaíso, un cáustico sacerdote católico, lanzó el siguiente epigrama: "La Alianza para el Progreso, pera el Progreso, es decir lo detiene". Aquello fue en Enero de 1963, diecisiete meses después del nacimiento de la Carta de Punta del Este. Pensé que hace casi 2 mil años del nacimiento de Cristo, que predicó el amor y la justicia entre los hombres. Tampoco ese "progreso" ha culminado todavía, al menos juzgando las apariencias.
Estas anécdotas, reflejan la desconcertante imagen errónea de la Alianza, difundida en ambas Américas, y la típica impaciencia latinoamericana, que cada noche sueña con que una varita mágica conjura su adversidad en la madrugada.
Propuesta de John F. Kennedy en 1961
La verdad es que la Alianza es un "compromiso" de 20 repúblicas americanas para realizar un esfuerzo común durante diez años. Común significa que todos participan, y no tan sólo el más fuerte. Se trata de realizar nada menos que una "revolución social, democrática y pacífica". Así, entre comillas, porque esta definición pertenece, entre otros, a John Kennedy, a Alberto Lleras, Juscelino Kubitschek, a José Figueres, a Raúl Prebisch, al Dr. Mora, etc. Sus orígenes se remontan a la Carta de Bogotá, a la Operación Panamericana, a los discursos de Kennedy, y se extienden a las iniciativas de muchos latinoamericanos, que desde hace lustros, procuran crear doctrinas de justicia para mitigar el dolor de los humildes. Por eso, sin mayores excavaciones intelectuales, el Comité de los 9 Sabios, aseveró que la Alianza para el Progreso "es una teoría latinoamericana que ha ganado el apoyo de los Estados Unidos", para convertir un ideal en realidad.
¿Cuáles son sus Objetivos inmediatos? Aquí empieza el lenguaje técnico, que procuraré divulgar, y que con una semántica adhoc, puede resumirse así:
1) Desarrollar, robustecer y defender la Democracia en América Latina.
2) Acelerar el ritmo del ingreso económico por habitante, por lo menos en un 2,5 por ciento cada año.
3) Incrementar la producción agrícola.
4) Establecer un método más equitativo para distribuir las rentas
5) Diversificar la producción, y tratar de estabilizar los precios de los productos básicos.
6) Ejecutar la reforma agraria, donde sea necesario.
7) Eliminar el cáncer social del analfabetismo.
8) Fomentar la construcción de viviendas baratas para las clases de menos ingresos.
9) Avanzar hacia la integración económica de América Latina.
10) Adoptar el compromiso histórico de operar estos cambios a través de la evolución pacífica, y preservando las formas democráticas de gobierno.
MSC: La OEA lo nombra Coordinador del
Programa en 1963
Esta es la receta de los técnicos, que son abnegados médicos sociales. Ellos, como los galenos de la vida diaria, usan un lenguaje, a veces ininteligible. De ahí que el hombre medio ni entiende ni conoce la Alianza, y no le dispensa el apoyo que necesita para realizarla. En sus laboratorios de investigación estadística, los economistas urden sus fórmulas, que son verídico remedio para las dolencias. Pero los interesados, hasta hoy, no suelen darse por aludidos. Y el doble frente enemigo -reacción y comunismo- opera como las tenazas intentando triturarla. Además, hay muchos tontos en el mundo, y ellos la calumnian, la caricaturizan y la combaten, frecuentemente sin saber de qué se trata.
De otro lado, con la mano en el corazón, hay que confesar que, a los dos años de nacida, ostenta muchos defectos inherentes a su edad. Pero no hay que contratarle el ataúd, sino inyectarle más fuerza. Más vida, más rapidez, más acción. O sea realizar el Progreso de la Alianza para que no sucumba la Alianza para el Progreso.
Dos veces no toca la buena suerte las puertas de nuestro destino. La disyuntiva es clara, y el dilema es: o la revolución pacífica, o la violencia y el caos.
Fuente: Revista La Lotería N° 97, Volumen VIII – 2da. Época, diciembre de 1963.
Pgs. 46 al 48

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