HAYA VIVE Y
VENCERA...¡¡¡
EL
MEJOR DISCURSO EN LOS FUNERALES DE HAYA DE LA TORRE, PRONUNCIADO POR CARLOS ENRIQUE MELGAR LOPEZ (3-08-1979)
Compañero
jefe:
Estoy
perplejo, no sé si hablarte a tu alma regada ya de cielo, o hablarle a tu
cuerpo que se aferra a la tierra. Estoy perplejo Víctor Raúl. No sé si estás
vivo o estás muerto; porque sobre la muerte hasta los dioses han tenido dudas;
y yo las tengo aún más, hoy que sentí clamar a tu pueblo, en la voz de sus
niños, de sus mujeres y sus hombres: Haya no ha muerto; ¡Haya está vivo. Víctor
Raúl no ha muerto; él vive entre nosotros!
Te
pregunto compañero Jefe ¿estás vivo o estás muerto? Aguardaré por siempre tu
respuesta, en tanto que, el Divino Hacedor deslinde este misterio que, por
serlo de los dioses, lo es mayor para los hombres. Quiero decirte por mí lo que
pudiéramos decir todos tus hijos: para los que en la vida sólo hicieron lo
mejor, la muerte es apenas un tránsito. Y tú hiciste siempre lo mejor en la
vida, de tu niñez a la juventud; de la cuna a la tumba. Hiciste lo mejor al
entregarte con sereno acatamiento a la lucha sin treguas por convertirte en
defensor de los humildes; lo hiciste como creador de una doctrina y como
apóstol perdurable de tu causa. Hiciste lo mejor al cruzar la escarpa de los
Andes para pulsar con estremecimiento las plantas callosas del indio adolorido
que roba sus aguas a la tempestad para enterrar su semilla. Lo hiciste al mirar
los ojos de las llamas indias en cuyo reflejo te miraste para alzar tu vuelo de
águila, sacudiendo olores y obsequiando esperanzas. Y, ahora mismo, haces lo
mejor con tu cuerpo que recorre soberano por las calles que abriste para seguir
tu cortejo del Aula Magna a esta Plaza que te habla. Más de un millón de tus
hermanos y amigos han seguido este tramo, musitando dudas y afirmando fe. Y
todo, porque en la vida sólo hiciste lo mejor. Fue tu ley; tu destino. Fuiste
tú.
Compañeros:
Haya de la Torre defendió con su vida la ley humana y pasa a la muerte
confundido en la ley divina. Así es: defendió con su vida los supremos valores
que el ser humano ansía consagrarlos con toda la fuerza de su alma: su
libertad. Fajistas antes y Japistas después, escuchamos de tu labio una
proclama misionera: amen a la libertad como el tesoro más grande de la
existencia; no sean esclavos de nadie, ni siquiera de sus amigos; no sean
tiranos de nadie, ni siquiera de sus perros. Es con esta calidad de libertad
partidaria que nos proyectamos en todos los actos de nuestra vida. ¡Somos
libres y lo seremos siempre!
Y
el valor de la justicia que inculcaste es parte activa en el estilo de nuestra
libertad: justicia aprista que no se abate, justicia aprista que no se rinde,
que no se intimida, que no capitula jamás, ni ante el madero del Gólgota donde
podamos sucumbir como Cristo; ni ante las ramas del Rincón de Olivos, donde
podamos colgarnos como Judas.
Amigos
del partido: vosotros bien podéis creer que Haya de la Torre este muerto; pero
es a vosotros que os alcanzo una reflexión. Haya de la Torre escapa de la
tierra porque ella le era ya estrecha para un luchador que engrandeció su
existencia con todas las fuerzas vitales de que es capaz el ser humano. Su
inteligencia y sus sentimientos ennoblecidos por la lucha, rebasaron largamente
los estrechos límites del convencionalismo humano, de ese que lo proscribió por
más de medio siglo para reivindicarse hoy a la faz del mundo. El mismo acaso,
debió escapar a las pasiones para eximirnos de mayor brutalidad. Por todo esto,
sus cenizas se elevan purificadas y sus huesos se perfilan venerables hasta dar
a nuestro espíritu y a nuestro pensamiento. Una dirección mística, a tono con
lo que supo vivir.
Hermano
Jorge Idiáquez; Tu sabes que a Víctor Raúl no le importo jamás la muerte,
porque junto a ti se jugó con ella, por casi medio siglo de enlutadas amenazas
que llegaban de pronto y pasaban de largo. Salió ileso de todas las trampas
impuestas por sus viejos perseguidores, de las que forjaron nuestro
martirologio y preconizaron nuestro valor. Es que Víctor Raúl se había
instalado tan definitivamente en su mundo, que el más allá jamás lo inquietó;
aquello no era sino su propio impulso iniciado aquí en la tierra como un paso
más de cada día hacia los confines de la eternidad. Y hoy que la noche de la
tumba parece atarlo de muerte, tu lo sabes hermano Jorge, como lo saben todos
los apristas, que el Jefe aún no ha muerto, porque sigue risueño por nosotros;
sonríe aún por nuestra unidad sellada; sonríe por nuestra fraternidad invicta;
sonríe, porqué la victoria está cercana.
Querido
viejo; cuando tú naciste, ¿lo recuerdas?; todos reían, tú llorabas. Hoy con tu
muerte ¿lo ves? todos lloran, tú ríes. Ríe Víctor Raúl, Patricio Universal de
la Paz. Ríe y vete con Dios riendo, al regazo de la gloria que guardará una
inmortalidad.
¡¡EN
EL DOLOR, HERMANOS!!..
¡¡¡HAYA
ESTA CON NOSOTROS, VIVE Y VENCERA!!!
*
Merito de la publicación al c. Rullman Flores Portugal
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