INTERPRETACIÓN DEL 28 DE JULIO (*)
Por: MANUEL SEOANE CORRALES
![]() |
Proclama del 28 de julio de 1821 en Lima Obra del artista Juan Lepiani |
El 28 de julio es un alto en la lucha, que nos sirve para mirar hacia atrás, balancear el presente y tender nuestros proyectos para el porvenir. El 28 de julio no es una fiesta, en el sentido expansivo y frívolo de las fiestas criollas. El 28 de julio es un día de meditación y de civismo.
Frente al aniversario de la Independencia,
analizamos esa independencia. ¿Ella ha sido completa? ¿Ella ha sido celosamente
mantenida? ¿Nuestra existencia como país independiente ha respondido a los
ideales de sus fundadores y a las necesidades elementales de las mayorías
nacionales? Así nos preguntamos en esta hora, cuando otros sueltan su holgorio
y destapan su champaña.
Digamos, ante todo, que la independencia significa
un cambio en los nombres. Para las mayorías nacionales lo fundamental era la independencia
económica individual, única y verdadera base para la independencia integral.
¿Qué ganaba el peón indígena con que su dueño no fuese gachupín sino criollo?
¿Qué diferencia podía encontrar si sus reclamos en vez de ser apagados con
arcabuces coloniales eran aplastados con fusiles republicanos? Los tres
millones de indios que viven en las serranías del Perú no sufrieron un cambio
en su vida. Los latifundistas triunfadores construyeron un Estado a su antojo.
Y los gobiernos civilistas no fueron sino la continuación económica e
intelectual de los viejos virreyes españoles. Para que la independencia hubiese
significado un cambio integral en la armazón del país, y consiguientemente una libertad integral para
todos sus habitantes, habría sido preciso que el cambio afectase a la
estructura económica del Perú. Pero esta no se hizo. Sobre las bases de una
realidad agrarista de tipo latifundiario se cimentó una república inspirada en
la ideología de la revolución francesa. Como ha dicho Haya de la Torre, el señor
feudal arrojó su traje de seda y se caló el gorro frigio. Así disfrazada,
nuestra república ha vivido una paradoja constante. Y es por eso que ahora
surgen las clases productoras para concluir la obra iniciada por los padres de
la república peruana. Sólo superándolos en el esfuerzo, podemos rendir
auténtico homenaje a su memoria. Nosotros no asistimos al repique de las
campañas, ni envolvemos con inciensos a nuestros héroes. Al contrario, los
presentamos desnudos en sus ideas, resucitamos sus verdaderas intenciones y
exhibimos sin cobardías el verdadero panorama del Perú para apoyarnos en su
ejemplo y prolongar sus esfuerzos cimentando la obra.
La independencia fue principalmente política. No se
realizó independencia intelectual. Durante los cien años de vida republicana,
hemos vivido de prestado en el mundo de la cultura. Francia o España primero, y
Estados Unidos después, nutrieron la mente de nuestras minorías. En
instituciones políticas imitaron a la Francia de 1789[1].
En la concepción de la vida, en su orgullo aristocrático, en su desprecio al
indio, en el romanticismo intelectual, fueron tributarios de España. Y ahora,
esa minoría sigue las huellas del infantilismo saxoamericano. Entre tanto, el
verdadero Perú, el fuerte Perú indígena permaneció agobiado, hostilizado por
esa misma capa criolla que jamás pudo incorporarse al Estado y a la vida
superior. Por eso nuestro movimiento reclama una “peruanización” del Perú, una
búsqueda de la verdadera alma nacional. Felizmente el despertar es integral. Se
abandonan hoy los campos de la imitación y vemos en las letras y en las artes
una vigorosa resurrección nacionalista. Pintores, músicos, novelistas, poetas,
autores teatrales se apoyan en lo nacional, en lo indígena o en lo criollo,
exaltándolo, ayudándolo a tomar fisonomía exterior.
![]() |
Pero resta examinar otro aspecto fundamental. La
independencia política no involucró la independencia económica. Nosotros
sostenemos que aquella sin ésta no es sino una fórmula. ¿De qué vale que sobre
la casa de Pizarro flamee la enseña bicolor si por su puerta entra el embajador
americano o el embajador inglés a notificar al Estado que no puede aceptar esta
o aquella determinación? ¿De qué vale que nosotros cantemos “somos libres” si
nuestras riquezas no nos nuestras, si el menor vaivén de la economía mundial
nos hace vacilar y nos conduce a la catástrofe económica? La imprevisión, la
ignorancia, la estulticia y la inmoralidad de los gobernantes anteriores han
ido provocando la situación presente. Somos una réplica nominalmente independiente.
En realidad, nuestra economía esta encadenada, esclavizada. Concesiones,
empréstitos, riqueza efectiva, todos nuestros resortes vitales están en manos
ajenas. A nosotros sólo nos dejaron la garganta para que cantáramos el himno
nacional.
Pero ha sonado la hora del resurgimiento
nacionalista. Las voces de alerta del aprismo ha sacudido el país de extremo a
extremo. Mediante un plan organizador y científico, sin herir la economía
nacional ni los intereses extranjeros que constituyen su sistema sanguíneo,
afrontaremos la reconstrucción del Estado. Y daremos a nuestra marcha
republicana el sentido de una conquista integral de nosotros mismos. Si
políticamente hemos dependido de una minoría extranjerizante y jerárquica, hoy
conquistaremos el poder para las mayorías nacionales. Si intelectualmente hemos
sido siervos de otros centros de cultura, reavivaremos las fuentes surtidoras
del espíritu peruano. Y si económicamente hemos sido y somos una colonia,
conquistaremos para el porvenir la efectiva posesión de nuestro suelo.
Y así, devotamente, jurando interiormente cumplir
con nuestro esfuerzo, celebramos este nuevo 28 de julio que puede ser el
prólogo de una histórica transformación.
(*) La Tribuna, 28 de
julio de 1931; Páginas polémicas, 1ra. edición, pp. 50-53.
No hay comentarios:
Publicar un comentario