¿QUÉ APRISMO NECESITA EL PERÚ?
Por:
Eduardo Bueno León (*)
Ello
ha sido usado sin pudor por mafias de diverso cuño que ahora dirigen al Partido
Aprista. Manipulan hábilmente las necesidades sociales afectivas de lo que se
llama “militancia”, de lo que se denomina “organización” y la
cultura política popular de los apristas definidas como “fraternidad”.
Un ejemplo, es apelar a dicha fraternidad para proteger la corrupción o la claudicación.
Al
final de lo que se trata es de mantener la “lealtad” del voto duro. Es
el boleto para cualquier empresa electoral.
El
Perú necesita de partidos políticos democráticos, modernos, movilizadores,
institucionales, pero sobre todo, Partidos-Escuela que construyan
cultura política basada en la ética, la solidaridad y el desarrollo de la
ciudadanía. En esa perspectiva, las facciones que dirigen al Partido Aprista
están incapacitadas para liderar la renovación y la reinserción del APRA en la
sociedad peruana contemporánea. Han demostrado sus enormes defectos casi
permanentes e irreversibles. Han demostrado su angurria, mala fe, perversidad,
su tendencia a la delincuencia del cuello blanco, y su extendida vocación para
corromper a los demás.
Los
bienes acumulados en su larga relación con la administración pública, sin
relación a sus ingresos, los delatan, tanto como el subsidio para promover a
mercenarios, abogados de oficio y defensores leguleyos ajenos a la política que
enseñó Haya de la Torre y la generación fundadora. Siempre los políticos
corruptos han necesitado de defensores para que edulcoren sus robos y
traiciones. Siempre citan a Víctor Raúl, siempre citan al “Aprismo”,
pontifican como si nada hubiera pasado, como si todo lo ocurrido fueran anécdotas
entre hermanos, historias graciosas a festejar entre botellas donde se alaba la
“astucia” y el “manejo del poder”.
Es el
tipo de politiquería despreciable que tanto enerva a los peruanos. Ese es el “Aprismo”
que produce nausea en el Perú. Es la estafa permanente, es el engaño sempiterno
de traiciones, valores y buenos propósitos de grupos de militantes que morirán
vivando a Haya de la Torre.
El
aprismo que el Perú necesita está por reconstruirse desde abajo, desde los
hombres y mujeres que no tienen nada que ver con la corrupción y la
claudicación. La legitimidad no se construye con noticias o defensas airadas de
cadáveres políticos. La legitimación, la construye el pueblo cuando sus
demandas y aspiraciones son expresadas por dirigentes sociales que han luchado
desde abajo y contra toda adversidad, como lo hicieron Lula en Brasil, Evo en
Bolivia, Correa en Ecuador, Petro en Bogotá, Funes y Cerem en El Salvador,
López Obrador en México…
El
Perú necesita de dichos perfiles que renovaron la política, pero también
necesita instituciones políticas con densidad, con historia, con ideología y
con ética. Si el Aprismo no se reconstruye, lo harán otros proyectos.
La
reconstrucción no significa “borrón y cuenta nueva”, “barrer bajo la
alfombra”. “Aquí no pasa nada”.
Si el
Humalismo no toma nuevo impulso y naufraga en la inoperancia, el espacio del
centroizquierda estará vacante de nuevo. Alan García es el líder de la derecha,
Jorge ya no cuenta, los cuarentones son mal vistos, Mulder es pintoresco,
Cabanillas ha sido jubilada. Nadie puede tomar en serio a Lucianita o a
Velásquez Quezquen. Lucho Alva esta quemado y Negreiros ha sido presa de sus
contradicciones.
La
izquierda aprista debe asumir el liderazgo, pero con amplitud, dialogando hasta
donde se pueda y la moral lo permita, dando batalla al interior de la
organización, pero también ir creando las bases legales e institucionales para
darle nueva representación política al pueblo aprista, si finalmente las mafias
no se imponen y siguen controlando el aparato y la inscripción legal.
Política
entre paredes es política neurótica, enferma, autodestructiva. Política
proyectada a la sociedad civil, a las redes, creando nuevos espacios
democráticos, es política de futuro. Hay muchos miles de apristas que no tienen
las manos manchadas de sangre ni de dinero mal habido, o que fungen de
desmemoria. Sus esperanzas y sueños no tienen porque ser relegados a los
recuerdos o convertirse en frustraciones.
El
Perú necesita un Aprismo moderno (no conservador ni neoliberal), un Aprismo
democrático (no una dictadura manejada por mafias), un Aprismo ético (no una
organización al servicio de lobys).
El
Alanismo y sus facciones temporalmente distanciadas, terminarán pactando, para
mantener el control y la dominación autoritaria y cleptocrática. Volverán a
usar a los apristas de base para sus campañas electorales y mantendrán el pacto
infame con los lobys y la derecha.
Y
ello no debe permitirse. No solo por la memoria de Haya de la Torre, sino por
los sagrados intereses del Perú, como Estado, como Nación, como Patria, como
Sociedad Nacional.
Saludos,
Eduardo
Bueno León
*
(Tomado del muro de Facebook)
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