miércoles, 18 de marzo de 2020

ESPACIO TIEMPO HISTORICO

ENTREVISTA SOBRE EL LIBRO ESPACIO TIEMPO HISTORICO

CARLOS LÚCAR
1.    Se cumplen 80 años del libro Espacio - Tiempo Histórico de Haya de la Torre, ¿nos recuerda alguna circunstancia de su publicación?
ETH
Para el año en que se publicó la primera edición completa, pues dos años antes habían aparecido dos ediciones periodística, el libro contenía ya los pies de página que vemos hoy, y su autor tuvo que trabajar en las oficinas de Harold Lasky y Paul Lafargue, los dos yernos de Carlos Marx en la Escuela de Economía de Londres (entre 1924 y 1925). Pero cuando aparece la edición definitiva, el líder vive a salto de mata en Lima, perseguido por la dictadura de Benavides.
2.    Brevemente, ¿Cuál es la concepción del libro Espacio – Tiempo Histórico?
ETH es el primer libro totalista del Siglo XX. Consiste básicamente en la demostración de que los principios de la física pueden aplicarse al estudio, al análisis de los procesos de la historia, no sólo como una metáfora, sino que es posible escudriñar fórmulas que hagan posible entender en profundidad los cambios que se realizan en dichos procesos. Es aún temprano, pero conviene ir pergeñando ese instrumento. Durante sus años de ideólogo, VRHT adoptó inclusive el concepto indeterminista para enfrentar al marxismo ortodoxo, mucho antes de la Escuela de Franckfurt y los ideólogos franceses del Siglo XX.
3.    En el contexto actual, ¿Qué vigencia tienen sus planteamientos?
La vigencia de ETH es indiscutible. Veamos cómo es que en las mallas curriculares de las universidades europeas aparecen análisis que vinculan la física con la historia, algo que VRHT comenzó hace casi 90 años en Berlín, junto a Alfonso Goldschmidt y el mismo Albert Einstein, en sus encuentros en la casa de aquél en Charlotenburg, 1929. A esas tertulias VRHT llevaba ya sus teorías de las vinculaciones causalistas de historia y ciencia. Actualmente, en el mundo se busca esa relación, algo de lo que VRHT es visionario.



martes, 28 de enero de 2020

EL APRISMO COMO ESPÍRITU


EL APRISMO COMO ESPÍRITU

Por: Manuel Seoane Corrales
Nuestro partido no limita su esfera de acción a la coincidencia ideológica. Toma al hombre en su integridad. Es decir que no le basta la homogeneidad de opiniones político sociales, sino que procura la unidad en el espíritu, en la conducta, en la vida.
En este país enfermo de excepticismo, de molicie, de viveza criolla, es necesario resucitar un sentido varonil y nuevo. Los peruanos suelen ser pesimistas, indiferentes. Por entre esas blandas filas se abren paso los audaces, los timoratos, los oportunistas. Esto explica los desgobiernos del pasado y ciertas candidaturas presentes. Nosotros significamos una nueva conducta, una nueva actitud. Queremos adecentar la política, ha dicho Haya de la Torre. Es decir, queremos que la política no sea un tráfico, un tablado de demagogias, una sociedad de asalto al presupuesto, sino una hermosa empresa colectiva para el bien del país.
Para realizar esta empresa renovadora no basta, repetimos, la coincidencia en los programas. Es preciso, ante todo, un limpio sentido de la acción personal, una noble-vocación para el bien. Por eso los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una causa de justicia. Los peligros de ayer y las asechanzas de hoy han hecho que nuestras filas respondan también a un recóndito imperativo de hermandad. Dentro de nuestras agrupaciones los hombres somos hermanos. Nos interesan los compañeros no tanto como electores, sino como individuos. Por eso el aprismo abarca también el consejo sincero, la orientación en la conducta. Todos y cada uno de los apristas somos cordiales centinelas y mutuos apoyos en esta obra gigantesca.
Consiguientemente nuestros locales no solamente se preocupan de inscribir ciudadanos, sino de sembrar ideas, de enseñar con el ejemplo y con la acción. Las Universidades Populares que han comenzado a funcionar en algunas partes armonizan su esfuerzo con las bibliotecas, las secciones femeninas, las secretarias de disciplinas y con esa atmósfera de optimismo y renuevo que flota en todas nuestras reuniones.
Y esta es, sin duda, una de nuestras mejores contribuciones al presente político del país. Vencedores o vencidos habremos dado el ejemplo de un partido de desinterés, edificado alrededor de principios socialistas y con el esfuerzo heroico de todos y cada uno de sus afiliados.
Y quedará una corriente de auténtica vitalidad. Los apristas seremos siempre nuevos en el sentido humano, es decir hombres limpios de toda pasión inferior, abiertos a toda sugerencia, optimistas y decididos. Es decir, constituiremos una fraternidad vigorosa que dará nuevas notas de virilidad en este ambiente enfermizo del país. Nuestra renovación no sólo será política. Será también renovación espiritual.

La Tribuna, 5 de agosto de 1931.