DISCURSO – PROGRAMA
Compañeros del partido; conciudadanos todos:
Mi palabra inicial ha de ser la que exprese mi
profunda satisfacción ante el hecho de esta magnífica asamblea. El Perú está,
al fin, alcanzando el advenimiento de la democracia, de la democracia buena,
renovada bajo las banderas del aprismo. (Aplausos). Ya no es la vieja
democracia formal que cohonestó tantas tiranías. Ahora es la democracia
auténtica que forma el pueblo, que defiende el pueblo que está dispuesto a
sacrificarse hasta el fin por verla afirmada y transformada en nuestro país que
bien la necesita (Aplausos). He dicho que el aprismo renueva la democracia
porque el aprismo incorpora por primera vez en la política nacional nuevas
ideas, nuevos hombres, nuevos métodos; y, sobre todo, porque el aprismo está
sosteniendo que es necesario ser responsable en política (Aplausos). A nuestra
política le ha faltado responsabilidad. Por eso ha carecido de prestigio, ha
carecido de acción, ha carecido de fuerza auténtica en las raíces populares. Política
a base de soborno, a base de amenaza, a base de engaño, no puede ser política
de responsabilidad (Aplausos).
Yo, en esta tarde, voy a permitirme hacer un
breve análisis de lo que es el aprismo. No puedo dejar de decir que lamento
profundamente la posición incómoda de tantos conciudadanos que me escuchan, que
hasta de verse obligados a oírme de pie (Varias voces: no importa). Puede
caberme, sin embardo, una satisfacción: yo también estoy de pie (Aplausos).
PROGRAMA
MÍNIMO Y PROGRAMA MÁXIMO
Como no hemos tenido nunca en el país, partidos
de principios, se ha confundido con frecuencia el programa máximo y el programa
mínimo del aprismo. Todos los partidos modernos tienen un programa máximo y un
programa mínimo. En el Perú se ha pretendido confundir estos dos aspectos de
nuestra ideología.
El programa máximo del aprismo tiene un
significado continental que no excluye el programa de aplicación nacional.
Nosotros consideramos que el Perú no puede apartarse de los problemas de la
América Latina, y que la América Latina no puede apartarse de los problemas del
mundo (Grandes aplausos). Si vivimos dentro de un sistema económico
internacional y la economía juega rol decisivo en la vida política de los
pueblos, sería absurdo pensar que el Perú, que cuenta con una economía en parte
dependiente de ese organismo económico internacional, pudiera vivir aislado
contra todo precepto científico y contra toda corriente de relación que es
garantía de progreso (Aplausos).
INTERNACIONALISMO
Y BOLIVARISMO
Nosotros no sólo tenemos que prepararnos a ser
un pueblo perfectamente contexturado, sino tenemos que prepararnos a incorporar
a ese pueblo dentro del sistema de relaciones internacionales. El Perú, repito,
no puede apartarse de los problemas de América, ni América no puede apartarse
de los problemas del mundo (Aplausos). Nuestro concepto continental no excluye
nuestro concepto nacional; al contrario nosotros, de acuerdo con el clásico
autor de la “La República”, vamos de las partes al todo. Nosotros tenemos que
contemplar previamente el problema nacional; ser nacionalistas integrales para
ser continentales de veras, y, juntos, así, poder incorporarnos a la marcha de
la civilización mundial (Grandes aplausos).
De otro lado, nuestro programa máximo
continental no es sino la cristalización modernizada del viejo ideal
bolivariano. Nosotros hemos sintetizado en un programa de unidad económica y
política latinoamericana las frases inmortales de Bolivar: “Unión, Unión
América adorada, que si no la anarquía te va a devorar” (Aplausos).
POLÍTICA
Y ECONOMÍA
Dentro del concepto estrictamente económico, la
América Latina constituye una zona; zona productora de materias primas; zona
agrícola-minera; zona de influencia extranjera; zona en formación, cuyas
variantes nacionales no excluyen la inmensa unidad del problema; zona, pues,
que dentro de la geografía económica del mundo, está situada y limitada entre
las fronteras de América Latina. El Perú forma parte de esta zona; y nosotros
tenemos que impulsar su incorporación como zona económica, en el gran todo de
la zona económica latinoamericana (Aplausos).
¿Por qué es fundamental en el aprismo la
vinculación del concepto político con el concepto económico? En nuestro país no
ha prevalecido hasta hoy sino un concepto heroico, pasajero, empírico de la
política. Pero no hemos tenido todavía la forma científica de la política que
se basa en la economía; que no inventa una realidad sino la descubre en el
propio medio donde actúa el pueblo al cual se pretende organizar y gobernar
(Aplausos). Es fundamental en el aprismo la vinculación del concepto economía al concepto política como indispensable para el
sabio dominio del Estado. Todos sabemos que en este país la ciencia económica,
sobre todo en el gobierno, no se ha incorporado sino en forma elemental. Se ha
dicho –y me parece bien- que la mayor parte de nuestros políticos han ignorado
la Economía Política, aunque hayan sido sabios en Economía Doméstica. Que no ha
habido concepto económico en nuestra política, lo voy a demostrar después. Pero
quiero, sí, hacer mención de este hecho simple: en el Perú se confunde con
frecuencia Economía con Finanzas. Más aún, en el Perú no se ha gobernado
económicamente, porque no ha habido nunca Estadística; somos un país donde no
sabemos cuántos habitantes hay (Aplausos). No puede haber Economía sin
Estadística y nosotros en el Perú, si no sabemos cuántos somos, no podemos
determinar qué necesitamos, no podemos saber qué producimos con exactitud. El
único censo del Perú es de 1876; hay un cálculo de 1896 y una estimativa al
ojo, de 1923. (Aplausos). No ha habido, pues, en nuestra política, noción de
economía y de allí deriva, sin duda, la forma como hemos sido gobernados.
LA
REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA
Pero quiero volver, por un instante, a mi punto
de partida y hacer una breve síntesis de nuestra interpretación histórica de la
realidad nacional.
Alberdi ha dicho que la independencia
sudamericana careció de concepto pero ha sido fecunda en paradojas. Desde el
punto de vista netamente económico, la emancipación de los pueblos
indoamericanos estuvo dirigida, conducida, por la clase latifundista criolla
que quiso emanciparse del control económico y político de la Corona de España.
Esa clase fue la que nos dio nuestros grandes héroes; esa clase, asumiendo su
rol histórico, condujo a los pueblos latinoamericanos a la independencia; pero
ese movimiento, desde el punto de vista estrictamente económico, constituyó la
emancipación del latifundio latinoamericano de la gran presión de la Corona de
España. Ningún movimiento más clásico en este sentido, que el de la
independencia argentina, cuando a raíz del desconocimiento que hizo el Virrey
del reclamo de los veinte mil propietarios o estancieros encabezados por
Moreno, se produjo el movimiento de emancipación.
Sin embargo, a este movimiento le faltó
ideología propia. Fue un movimiento que formó el concepto de la gran propiedad,
dándole a la clase propietaria el control del Estado. No obstante, su ideología
fue en gran parte la ideología de la revolución francesa que en el orden económico
significaba lo contrario: movimiento de destrucción de la gran propiedad, de
destrucción del feudalismo, movimiento de formación de las clases burguesas y
de la pequeña propiedad (Aplausos). Entonces tuvimos nosotros, ante una
realidad económica y social enteramente latifundista, un sistema político
republicano y democrático que nunca coincidió con nuestra realidad; inconexión
entre el sistema y la realidad que nos ha dado el vaivén de toda nuestra vida
política, vaivén que no es sino la expresión clara de la compleja contradicción
entre el sistema y la realidad (Aplausos). Por eso tuvimos democracia en el
nombre. Por eso todo nuestro vaivén de políticos tuvo una raíz estatal. Siempre
la alternativa entre la tiranía y la anarquía ha constituido el proceso de
nuestra vida política y económica. (Aplausos). De allí que nuestra concepción
de la organización política del Estado haya tenido que ser elemental; haya
tenido que ser absolutamente primitiva. ¿Cuál fue nuestra organización
económica del Estado? Simplemente la entrega progresiva de la riqueza nacional constituida
por zonas productoras de materias primas (Aplausos).
Otros pueblos de América encontraron su solución
económica. En la Argentina, donde hubo espíritus directores desde el comienzo
de la república, se produjeron hechos basados en los magníficos apotegmas de
Alberdi: “Gobernar es poblar”; de Sarmiento: “Si el pueblo es el soberano hay
que educar al soberano”.
Pero a nosotros nos faltaron espíritus
directores. Nosotros fuimos un pueblo donde los hombres de la independencia
vinieron de fuera. Nosotros no tuvimos desde los comienzos de la República el
clarividente que indicara la ruta salvadora. Los comienzos de nuestra vida
fueron lánguidos. No tuvimos, como ha dicho un escritor, “hombres políticos cuya
biografía se pueda leer entera”.
Si el sistema político no coincide con la
realidad económica, no puede haber política económica. La política elemental de
las finanzas es el empréstito; es la hipoteca de la riqueza nacional
(Aplausos). Una política económica en un pueblo como el nuestro, agrícola y
minero, habría tenido que ser, elementalmente, una política de organización de
nuestra economía agrícola, por ejemplo (Aplausos prolongados).
REALIDAD
PERUANA Y REALIDAD EUROPEA
Pero antes de pasar al análisis de la economía
nacional, permítaseme una nueva demostración de nuestro problema complicado.
Nosotros como pueblo, y esto es preciso que lo repita porque forma parte de la
teoría fundamental de nuestro partido, no constituímos una entidad homogénea;
nuestro desenvolvimiento económico y social no ha sido el desenvolvimiento de
los pueblos europeos que han pasado, sucesivamente, de un período a otro y que
han ido recorriendo una curva perfectamente clara. Nosotros no hemos vivido,
como los pueblos de Europa, la sucesión del período de la barbarie por el
período feudal, del período feudal por el período mercantil, del período
mercantil por el período burgués, y del período burgués por el período
industrial. En nuestro país coexisten, conviven todas las etapas del desarrollo
económico y social del mundo. Tenemos dentro de nuestras fronteras, desde el
caníbal y el bárbaro hasta el señorito que vive la vida civilizada (Aplausos
prolongados y bravos). Somos conciudadanos del campa y somos compatriotas del
señor feudal que está detrás de las montañas. Alguna vez he dicho que quien
quiera viajar a través de la historia no tiene sino que viajar de Lima al
Oriente (Aplausos). Ante una realidad así, ¿cuál puede ser el carácter del
Estado como entidad jurídica? Hemos dicho que la clase que emancipó el Estado
del control español fue la clase latifundista, pero esa clase no puede
representar ni siquiera la mayoría de la nación; carece de fuerza propia para
controlar el Estado, no puede representar auténticamente a la mayoría de la
nación. Vemos, pues que el Estado, como entidad jurídica, no representa a
ninguna de las clases propiamente, porque la clase que lo redimió carecía de
fuerza propia y entonces nuestras instituciones han estado tambaleantes; el
Estado ha fluctuado representado por un hombre y por una oligarquía.
En el Estado, representativo de una oligarquía,
han predominado, a veces, personas que tienen algo del caníbal y del señor
civilizado (Aplausos). El Estado, pues, no responde a una realidad económica.
El Estado, como decía Aristóteles, “fue formado para hacer la vida posible y
sólo puede existir para hacer la vida buena”; pero nuestro Estado no ha
contribuido a hacer la vida ni posible ni buena, porque ha carecido de fuerza,
porque ha carecido de autenticidad nacional; porque le ha faltado raíz en el
problema mismo de la nacionalidad. Entonces aparece, pues, el Estado no como
instrumento representativo de una entidad o clase nacional, sino como el
instrumento de una oligarquía, y peligra cuando puede ser el instrumento de
intereses extraños al país. ¿Por qué? Por una razón también económica,
conciudadanos. Así como no tenemos homogeneidad racial, no tenemos homogeneidad
económica.
LAS DOS
ECONOMIAS
La economía nacional tiene dos aspectos
perfectamente definidos: el aspecto propiamente nacional y el aspecto de
nuestra economía vinculada a intereses extranjeros. No podemos dejar de
reconocer esta doble faz de nuestra economía. Hay en todos los pueblos como el
nuestro, que no están desarrollados económicamente, la necesidad de que una
parte de la economía pertenezca o esté controlada por sistemas económicos más
adelantados que el nuestro. Esto es fatal. Está determinado por una ley de
progreso. Pero de otro lado tenemos un aspecto de nuestra economía
perfectamente nacional.
La economía nuestra que depende del extranjero,
economía principalmente agraria, es una economía que depende de un sistema
mucho más organizado y naturalmente más sistemado, mejor respaldado y más
garantizado que el aspecto agrícola nacional. Las empresas extranjeras que
traen capital, técnica y organización a nuestra agricultura constituyen un
aspecto de nuestra economía. El otro es la empresa o el individuo agrícola
nacionales que conservan sus métodos primitivos de producción y que no tienen
garantía. Y entonces vemos, pues, frente a frente, la economía nuestra que
depende del extranjero y la economía que depende del nacional en completa
disparidad de técnica. El Estado no ha protegido nuestra economía nacional, de
manera que sobre la economía extranjera ha gravitado la vida económica toda; no
ha existido del otro lado la fuerza económica nacional, bajo la protección del
Estado, que permita balancear aquella fuerza y establecer el desarrollo de una
economía total y armónica dirigida por el propio Estado (Bravos y grandes
aplausos). Una empresa agrícola o minera que trae capital, que trae máquinas,
que trae técnicos, que trae organización, que trae también, cultura en el orden
económico, frente a la empresa agrícola o minera nacional que no tiene garantía
económica, que no tiene protección del Estado ¿no representa, como imagen, el
tractor frente al arado de palo? ¿No representa la técnica moderna frente a la
técnica primitiva? ¿Qué puede producirse en una estructura económica donde, de
un lado, hay técnica, capital, protección, garantía y sostenimiento y de otro
lado no hay sino forma elemental de producción? Evidentemente la economía tiene
que gravitar hacia lo más fuerte, hacia lo más organizado, si no representa
preferentemente los intereses de lo que está más desorganizado (Bravos y
aplausos). Esto es, compañeros y conciudadanos, lo fundamental en el gran
problema económico y político del país, el desequilibrio económico y la falta
de un Estado representativo de los intereses propiamente nacionales; Estado que
no excluya, sea dicho con toda claridad, la intervención de los intereses
extranjeros en el país, porque esa intervención, por propugnar una técnica
superior, significa progreso, impulso y aliento para el desarrollo de nuestra
propia economía (Bravos y aplausos). Pero es fundamental también que esa
cooperación de las fuerzas económicas más desarrolladas esté en equilibrio,
porque si llega a un cuerpo débil, a un cuerpo sin fuerzas propias,
significaría lo que la transfusión de sangre con exceso en un cuerpo débil para
soportarla: en vez de darle vida le daría muerte (Bravos y aplausos).
FUNCION
DEL IMPERIALISMO
Aquí tiene que jugar rol importantísimo este
nuevo vocablo que muchos toman como algo siniestro: “imperialismo”. El
“imperialismo”, como lo define Hobson, creador de la palabra, implica el uso de
la maquinaria del gobierno por los intereses privados, principalmente
capitalistas, a fin de asegurar para ellos las ganancias económicas fuera de un
país. El imperialismo, como dice Culbertsson, es la expansión económica de la
civilización moderna a través de los mares. El imperialismo no es, pues, el
vocablo peligroso y atemorizante; el imperialismo es un concepto económico; el
imperialismo es una realidad que, con la palabra de Mont, el economista
democrático alemán, nadie puede negar en su evidencia histórica. Imperialismo
significa la expansión de los pueblos más desarrollados en la técnica de la
producción hacia los pueblos menos desarrollados. El imperialismo forma parte
de este aspecto de nuestra economía que depende de los intereses extranjeros. Y
como en el imperialismo es fundamental la exportación de capitales, la
expansión económica, nosotros tenemos que tomarlo en cuenta dentro de de una
observación de la economía del país. Porque no es que seamos enemigos del
capital extranjero; es que consideramos absolutamente necesario que el Estado
controle el capital extranjero a fin de que su concurso dentro de la economía
nacional sea de cooperación y no de absorción (Aplausos).
Y esta palabra absorción no tiene intención
alguna, porque ya ha dicho un célebre físico y economista europeo: “Muy cerca
está la economía de la física”. Hay leyes de la física que pueden aplicarse muy
bien a los fenómenos económicos. Es muy natural que si para la expansión de una
fuerza no hay resistencia, esa expansión se aumentará hasta que se limite por
sí misma. Si la resistencia es igual o mayor que la expansión, entonces se
habrá salvado el equilibrio. Nosotros debemos crear nuestras propias
resistencias, nosotros debemos crear nuestra propia presión, y, a la expansión
económica que viene de fuera impulsada por leyes que son ineludibles dentro de
la economía, debemos oponer la presión económica que sale de adentro y que por
su fuerza e intensidad también es ley completamente necesaria para que la vida
nacional mantenga el equilibrio y la armonía de nuestro organismo económico
integral (Aplausos). El imperialismo representará, por consecuencia, en nuestro
país, la etapa del capitalismo, la etapa de la industria; etapa fatal. Nosotros
no podemos eludir la etapa industrial que es un período superior al período
agrícola o feudal. El progreso impone que después de la edad feudal o agraria,
venga la edad industrial; pero nos proponemos, bajo el control de las clases
productoras, que el advenimiento industrial evite el período cruento. Y nos
proponemos, aprovechando la experiencia histórica del mundo, obtener todos los
beneficios de la industria, procurando amenguar, en cuanto se pueda, todos sus
dolores y todos sus aspectos de crueldad (Grandes aplausos y bravos).
El capital extranjero representa en nuestro país
técnica, porque el capital extranjero es el que trae máquina. Nosotros no somos
pueblo industrial porque no hemos creado la máquina; solamente manejamos la
máquina que nos viene de afuera. Pues bien, el capitalismo extranjero que es
inevitable en países como el nuestro, cumple su etapa; lo importante es que la
cumpla bajo el control de un Estado que representa verdaderamente a la mayoría
de la nación que está interesada en no ser absorbida (Bravos y aplausos).
¿HAY
INDUSTRIALISMO PERUANO?
Ahora bien, compañeros. ¿Cuál es el panorama
social, propiamente social, que nuestra economía crea en el país? Nosotros no
somos un pueblo industrial; consiguientemente la clase proletaria de la
naciente industria es joven. Marx dice: “No sólo es preciso que una clase
exista para que pueda conducir por sí sola los destinos de la colectividad; es
necesario que esa clase adquiera conciencia, adquiera cultura y adquiera
capacidad suficiente para conducir al pueblo todo”. Ese período de formación de
la conciencia de clase puede compararse al período de desenvolvimiento de la
conciencia y de la capacidad de un niño. Un niño vive, un niño siente dolor, un
niño protesta por el dolor; sin embargo, un niño no está capacitado para
dirigirse por sí mismo. Las clases sociales creadas por organismos económicos o
por sistemas económicos todavía en desarrollo, producen fenómenos semejantes.
Las clases van formando su conciencia, se van definiendo; y aunque sufren y
aspiran, carecen todavía de la capacidad suficiente para interpretar el
sentimiento nacional y conducir por sí solas los destinos de la colectividad
(Aplausos). Es Engels quien describe que “hay un período en que podría comenzar
a diferenciarse a la clase proletaria industrial de la clase no industrializada
como tronco de una nueva clase ya suficientemente apta para la acción
política”. Antes de ese período aparece como incapaz de gobernarse por sí
misma. Tal es nuestro panorama social: industrialismo incipiente y por
consiguiente, clase proletaria industrial, incipiente también.
INDUSTRIAS
DE MATERIAS PRIMAS
Por lo demás, nuestro industrialismo es un
industrialismo típico. Nosotros no fabricamos artículos para el consumo. No
producimos artículos acabados. No podemos comparar nuestro industrialismo
incipiente ni siquiera al de los tiempos de su aparición en Inglaterra, ni a su
formación en el siglo pasado en Alemania, porque nosotros no producimos,
repito, manufacturas. Nuestro industrialismo está limitado, nuestra gran
industria corresponde a la producción de materias primas o semielaboradas, como
se llaman económicamente. ¿Por qué no podemos alcanzar nosotros un
industrialismo como el de los pueblos que han llegado a la meta de su
desarrollo económico? Sencillamente porque las leyes de la industria no lo
permiten. Porque hay sobreproducción en el mundo; y todos sabemos que es el
sistema industrial existente el más interesado en estorbar nuevos sistemas
industriales que podrían significarle competencia y peligro (Aplausos). Por
consiguiente nuestro industrialismo tiene, repito, una fisonomía típica. Es un
industrialismo de colaboración y de materias primas especialmente. Es un
industrialismo de mercado limitado. Es un industrialismo cuya línea de avance
tiene que ser mucho menos rápido de lo que fue la del industrialismo en la
época en que el mundo exigía cada vez mayor producción de artículos
manufacturados.
Además, no somos pueblos industriales, porque
como ya he dicho, no hemos producido la maquinaría; la máquina nos viene hecha;
los pueblos que la forjan tienen su área muy lejos de nuestro continente
(Aplausos). Joven nuestra industria, joven nuestro proletariado industrial.
Otro aspecto de nuestra economía es el agrario.
La agricultura es la base de nuestra economía. La agricultura y la minería son
las dos actividades clásicas de la producción nacional. Pero la agricultura no
ha sido organizada, ni lo está, porque fue controlada por un Estado de tipo
feudal, de tipo primitivo. Nosotros hemos sido dominados por una clase
latifundista, por una organización latifundista del Estado, y, justamente, por
el sentido de esa organización no ha sido posible el adelanto técnico de
nuestra agricultura. Es de notar que, a pesar de que nuestra independencia
proclamó la ideología democrática e igualitaria, los esclavos subsistieron en
el país hasta 1860. Allí está, pues, la paradoja de nuestro sistema político in
nómine y nuestra organización feudal en realidad.
NUESTRA
CULTURA
La agricultura no ha creado desde el punto de
vista nacional un sistema propio. Todos sabemos que en este país recién se
inicia, después de seis años que el Apra proclamó ese postulado, la creación
del Banco de Crédito Agrícola. Todos sabemos que en el Perú la comunidad
indígena ha carecido de derechos; el pequeño propietario no ha tenido
garantías; el llamado habilitador agrícola ha sido un verdugo y una carga para
el pequeño productor, para el pequeño campesino (Aplausos y bravos). Con una
organización económica completamente primitiva, sin garantía alguna –el
Sindicato Aprista de Ingenieros acaba de constatar que ni siquiera hay una
estadística de las hectáreas de tierra cultivables en el país-; con una
agricultura así no ha sido posible crear una clase campesina culta y aunque sea
ella numéricamente la mayoría de la clase trabajadora nacional, en calidad, por
su grado primitivo de cultura, no está capacitada para dominar por sí misma a
la colectividad y conducir el gobierno del Estado (Grandes aplausos). Tenemos,
por tanto, a la clase obrera joven, como es joven nuestro industrialismo, al
proletariado industrial todavía formando su conciencia y a la clase campesina
que constituye nuestra mayoría, pero que, por el atraso de su técnica y por el
atraso de su cultura, se encuentra en estado primitivo, no ha podido
desarrollarse y carece de conciencia. La clase proletaria industrial carece
también de la conciencia suficiente para conducir los destinos de la Nación
(Aplausos).
NUESTRA
CLASE MEDIA
Aparece entonces otra clase. La clase que
nosotros llamamos genéricamente clase media: el pequeño propietario, el pequeño
productor minero; el pequeño comerciante; esa clase que constituye, quizás, la
mayoría del país. A esta clase pertenece el aspecto nacional de nuestra
economía que, como ya lo he demostrado, carece de protección del Estado, de
técnica y garantía. Esta clase se halla, en el orden económico, frente al otro
aspecto de nuestra economía, al aspecto económico vinculado a los intereses
extranjeros. Nosotros debemos liberar al pequeño propietario que hace entrega
de su propiedad a la gran empresa que se la compra, al pequeño minero que tiene
que hacer lo mismo; a la clase media toda que sufre por la falta de una
organización científica en el orden puramente nacional (Aplausos).
EL
APRISMO Y LAS TRES CLASES
Entonces, pues, conciudadanos, nos encontramos
con este gran problema: clase proletaria industrial joven, como joven es
nuestro industrialismo; clase campesina numerosa, mayoritaria, pero que a causa
de deficiencia de técnica está atrasada en sus métodos y en cultura; y clase
media, que formando parte de lo que podríamos llamar el sector nacional de
nuestra economía, carece también de garantía y sufre las consecuencias del
desequilibrio económico a que fatalmente está subordinada nuestra organización
nacional (Aplausos).
Frente a estas tres clases, la oligarquía o
minoría, ya de la clase o de los grupos nacionales que han vinculado sus
intereses a los intereses extranjeros y que, sobre todo, dominan hasta hoy y
controlan el Estado. Bien: la vinculación de lo que hay de común en los
problemas de estas tres clases –campesina, proletaria y media-, constituye la
esencia económica del aprismo (Bravos y aplausos).
Por eso es que están demás las recetas
extranjeras para los males nacionales. Por eso es que está demás que ciertas
gentes extranjerizantes quieren buscarle parangón o patrón a las teorías del
aprismo. El aprismo insurge absolutamente de una realidad económica nacional.
El aprismo es, como pedía el gran Engels, el buscador, el descubridor de
nuestra realidad que no hemos tratado de inventarla fuera del país sino
encontrarla aquí, en el mismo y sangrante problema de la nacionalidad.
Compañeros: Si somos democracia, la democracia
debe amparar el anhelo y la necesidad de la mayoría, y las clases proletaria,
campesina y media que integra nuestro Partido, constituyen la mayoría de la
Nación (Bravos y aplausos).
ESTADO –
YUGO
Compañeros: Si vemos económicamente el peligro
de la absorción; que nuestra producción carece de garantía del Estado; que la
agricultura, parte principal de nuestra producción, no ha sido protegida ni
garantizada, tenemos derecho a decir, afirmando nuestro concepto político en
los fundamentos económicos, que el Estado no ha representado ni representa los
intereses problemas de la mayoría (Aplausos). El Estado no representa esos
intereses porque ni en el orden material ni en el orden espiritual ha cooperado
a desarrollar aquello que hay de verdaderamente peruano en el Perú; porque
después de 110 años de vida independiente tenemos aún olvidada a la población
heredera de los verdaderos dueños de este suelo que son los tres millones de
indígenas que no saben leer ni escribir; porque no ha insurgido en el País ni
política de ejemplo, ni política de ciencia; porque no hemos tenido hasta hoy
una política que educara y preparara a la masa nacional para una intervención
democrática en la vida del Estado. Por eso es que hemos formado un Estado
falsamente constituido que determina la posibilidad de que aparezca
periódicamente en el país gobiernos absolutos, crueles tiranías e insólitos
libertadores arbitrarios que son tiranos más tarde. Por eso es que nosotros
tenemos que luchar por la peruanización del Estado y por la incorporación
económica de las mayorías nacionales que constituyen la fuerza vital de la
nación y que son, también, las que democráticamente, por su número y su
calidad, tienen derecho a intervenir en la dirección de los destinos nacionales
(Aplausos).
Somos, consecuentemente, una acción política que
tiende a rescatar para las mayorías de la nación el dominio del Estado. Somos
una organización política que representa los intereses de las tres clases que
hoy están apartadas del Estado. Somos un Partido de frente único; un Partido
formado para la solución de los problemas de las tres clases que se vinculan en
lo que tienen de común y que se unen en cuanto representan, verdaderamente,
problemas colectivos y nacionales sacrificando las diferencias que no son de
inmediata significación ente el gran problema de la salvación de las mayorías
nacionales; y para que, bajo la disciplina orgánica de un Partido, vayan a
tomar el Estado para hacer de él el instrumento que realmente gobierne y salve
de este desequilibrio económico en que vivimos, causa determinante de nuestro
desequilibrio político y social (Bravos y aplausos).
RAZON DEL
MOVIMIENTO APRISTA
El movimiento aprista es un movimiento que
tiende fundamentalmente a rescatar para la organización económica del país el
equilibrio.
Nosotros no podemos unir todavía bajo un control
directo y homogéneo los dos aspectos de nuestra economía; tenemos que tratar de
controlar y de respaldar la lucha de intereses por medio de una organización
nueva del Estado, con representación, dentro de él, de lo que hay de fuerza de
trabajo en el país; creación de riqueza y protección de la economía, base
fundamental de la nacionalidad. Nosotros necesitamos, consecuentemente, un
Partido de clases productoras y medias, porque ellas son clases producción y de
circulación de la riqueza nacional (Bravos y grandes aplausos).
Este es el esquema económico justificativo del
ideario político del aprismo.
Yo quisiera dejar bien establecido el concepto
fundamental que en el orden económico es base de nuestra organización política.
Concepto fundamental que quizá con exceso de insistencia voy a repetir,
diciendo que, de acuerdo con la realidad nacional en la cual no hay definición
económica clara, porque no siendo un país industrial sino un país campesino,
carecemos del aspecto moderno de una organización agraria, y teniendo una
numerosa clase media sin garantías, es necesario darle apoyo del Estado. Deben
unirse la clase campesina, la clase media y la clase proletaria industrial,
sumando sus intereses o vinculando lo que hay de común en sus intereses, para
alcanzar políticamente el control del Estado (Grandes bravos y aplausos). Por
eso también nuestra alianza con los trabajadores intelectuales que forman parte
integrante de la clase media. Porque nuestras clases productoras no recibieron
del Estado auxilio de cultura que les permitiera tener su propia contextura
intelectual. Por lo demás este fenómeno no es nuevo. Así ocurrió en Inglaterra
con la fundación del Partido Laborista. Allí se produjo a iniciativa del minero
Keir Hardie la alianza del proletariado con los intelectuales de la Sociedad
Fabiana. Este obrero salido de las minas de Gales pensó que no era posible
todavía al proletariado inglés, a pesar de su vieja organización y de su tiempo
ya largo de vida como clase, una acción política independiente, y entonces los
obreros de los Trade Unions se juntaron con los intelectuales fabianos,
formando ese gran partido de izquierda que se llama Labour Party. Aun cuando
éste es un ejemplo ilustrativo, precisa subrayar que nuestro problema es otro
naturalmente, y por eso el programa y la orientación del aprismo son perfecta y
claramente nacionales.
Pues bien. Organizando un partido político que
sea la representación de las tres clases: media, proletaria y campesina,
nosotros vamos a la organización del Estado. Pero nos encontramos con problemas
de administración y de técnica estatal que merecen atención inmediata en un
país que ha descuidado su cultura política, su cultura general, su cultura
propiamente económica; en un país donde vivimos totalmente desequilibrados;
donde la falta de una economía propia, que nazca de la nación, sin vivir
subordinado a la parte de nuestra economía vinculada a los intereses
extranjeros, se deja sentir; en un país en donde no hay respaldo económico
propio para resistir a una crisis mundial; en un país en donde por falta de una
economía propia se produce un fenómeno con el de la desocupación que es
característico de organismos industriales avanzados. ¿Cómo es posible que en
este país se produzca el fenómeno de la desocupación, que es característico del
industrialismo desarrollado, sin que nosotros hayamos cruzado la etapa del
capitalismo? Somos como un niño que tuviera todos los defectos del viejo sin
haber gozado las horas venturosas de la madurez. Y esto solo puede explicarse
por la desorganización de nuestra economía y sobre todo por su
desnacionalización (Bravos y aplausos). En un país así es necesario reorganizar
el Estado sobre la base del concepto económico de la política y naturalmente,
para reparar los errores del pasado, sobre la base del técnico.
EL ESTADO
APRISTA
Nosotros lo apristas propiciamos un nuevo tipo
de Estado, basado no en el ciudadano como cantidad sino en el ciudadano como
calidad. Por eso nuestro Estado tenderá a ser un Estado de participación de
todos aquellos en una forma o en otra contribuyan con trabajo, es decir, a la
formación de la riqueza nacional. Queremos un Estado en el cual cada hombre
participe, sin abandonar su función vital de trabajador; queremos un Estado en
el cual el técnico y el experto dirijan las actividades estatales a fin de
poder rumbar científicamente hacia un nuevo camino que resuelva nuestros
grandes problemas. Tratamos de organizar un Estado técnico; tratamos de
acercarnos a la democracia funcional. Este es el principio fundamental del
aprismo en cuanto a la organización del Estado (Aplausos prolongados).
EL
CONGRESO ECONOMICO Y EL PROGRAMA DEL PARTIDO
De allí que uno de los puntos de partida de
nuestro programa sea lo que nosotros llamamos el Congreso Económico. Si no
conocemos nuestra realidad económica, si no sabemos tan siquiera cuántos
habitantes tiene el Perú, si no hemos auscultado científicamente nuestros
problemas vitales, es necesario comenzar por una previa investigación de esos
problemas. Como carecemos del técnico administrativo de investigación, que no
hemos tenido nunca, necesitamos reunir una asamblea de carácter económico en la
cual estén representados todos los que intervienen en alguna forma en la
producción de la riqueza: capital y trabajo nacionales y extranjeros, puesto
que forman parte de nuestra economía, comercio e industria; transporte,
agricultura, etc. El obrero y el campesino frente al empresario y al
propietario para discutir juntos nuestra realidad, para investigar qué somos
económicamente, y, una vez que conozcamos qué somos, qué tenemos, qué
necesitamos y qué podemos tener, no con un concepto arbitrario y empírico, sino
sobre la realidad elocuente e indiscutible de las cifras, entonces comenzar la
organización del Estado, sabiendo dónde vamos y sabiendo cuál ha de ser el
respaldo económico de nuestras promesas políticas (Bravos y aplausos).
Compañeros: Por eso el aprismo no ha hecho un
programa con lista de promesas que podía resultar inacabable en un país como el
nuestro, donde todo está por hacer. Porque es necesario renovar el concepto
político y, dándole un contenido económico, investigar nuestra realidad,
descubrir nuestro medio de vida y consultar si con las bases de nuestra
economía podemos constituir la arquitectura de nuestra futura política
(Aplausos). Si nosotros conocemos cuál es nuestra verdadera organización
económica; si nosotros descubrimos qué es lo que económicamente se necesita;
cuáles son nuestras fuentes de riqueza verdaderas y saneadas; si nosotros
podemos llegar a conocer las bases mismas de nuestra economía, tendremos entonces
en esas bases los pilotes de un nuevo programa de reconstrucción a base de
producción; reconstrucción que podría garantizarse y financiarse por el Estado
desde que cuenta éste con la voluntad indeclinable del trabajo que constituye
su base (Aplausos). Este plan de progreso económico es un plan nacional y no de
Partido. Es el plan previo para la organización del Estado; es el plan de una
nueva asamblea, en la que ya no se pronunciarían discursos elocuentes sobre la
democracia pura ni lanzarían promesas más o menos bellas de reconstrucción,
sino en la que se erigiría la cifra como garantía de todo lo que se pretende
hacer en la política y en la administración (Aplausos).
No excluye este plan algunas reformas de
carácter inmediato que se refieren a la nueva arquitectura del Estado. Nosotros
debemos tender, fundamentalmente, a organizar un Estado con servidores capaces,
con servidores especializados, con servidores técnicos. Para este fin hay que
excluir, en cuanto se pueda, la politiquería de la administración y, siguiendo
este propósito, acabar con los puestos de favor, establecer un escalafón, el
examen de todos los que quisieran servir al Estado, abolir las tarjetas de
recomendación y terminar con la mendicidad en las puertas de los ministerios y
con los puestos como paga de los servicios electorales (Aplausos).
LA
DEMOCRACIA Y EL TECNICO
Hay que garantizar al servidor nacional
seguridad en su puesto, pero hay que empujarlo a que consiga su puesto por el
mérito. Es una escuela denigrante en el país aquella de la tarjeta de
recomendación o de la compadrería política que ha establecido una peligrosa
forma de corrupción que excluye el servicio legítimo del empleado hacia el
Estado por la inseguridad en que vive y no solamente por eso, sino por la
obligación de servir al cacique o político influyente que le dio el empleo para
que fuera allí un sostenedor de su política o de sus aspiraciones (Bravos y
aplausos). El Estado, servido por empleados independientes, moral y
económicamente, nos dará un Estado que responda verdaderamente a los anhelos
del país. No veremos ya a un empleado público mendicante de favores; veremos a
un funcionario del Estado, digno de respeto y al cual hay que exigirle el
máximo de su energía y de su cooperación, puesto que está garantizado, y
solamente el incumplimiento de su deber habrá de poner término a sus servicios
(Bravos y prolongados aplausos).
Por eso, el Aprismo propugna la democracia
funcional, como base de la organización del Estado. El ciudadano-trabajador,
manual o intelectual, ha de ser la base de la orientación técnica de la
república de acuerdo con los principios apristas (Ovación).
LAS
FUERZAS ARMANDAS
Este principio del mérito, que es moralizador y
es útil, tiene que extenderse también al Ejército y a la Marina. Las Fuerzas
Armadas deben dedicarse por completo a las tareas que les asigna la Ley
Fundamental: defender el honor y la integridad de la Nación y garantizar el
imperio de la ley (Bravos y aplausos). El Ejército como institución debe estar
al margen de la política y convertirse en un cuerpo técnico y moral. Su
organización debe responder al criterio ampliamente democrático del servicio
militar obligatorio general, con una duración variable según el grado de
preparación o de acuerdo con la preparación militar anterior al reclutamiento
de los individuos. El ascenso de los oficiales debe reposar sobre la garantía
de su capacidad técnica y de su honorabilidad, para que no se convierta en
favor ni en pago de servicios políticos (Bravos y grandes aplausos).
La preparación y orientación de la defensa
nacional debe ser hecha conforme a una plan elaborado por un Consejo o Junta de
Defensa capacitada que sirva de asesora al Ejecutivo en lo que se relaciona con
la política y la técnica militares. Como el Ejército es, a la vez, un medio de
incorporación al indio a la nacionalidad y a la civilización en general, sus
efectivos estarán formados por la raza indígena en el mayor número posible.
Para esto los cuarteles deben ser adecuados e higiénicos. El Ejército debe
servir de base, también, para la organización de colonias militares, que serán
los campos en que se formaran en la montaña los núcleos que inicien la
explotación de esa gran parte de nuestra riqueza. Pero esas colonias no serán
militares, exclusivamente, sino que contarán con maestros, ingenieros,
agricultores e industriales. (Aplausos). El Ejército debe contribuir, además,
al progreso material y moral del país. Para lo primero se formarán batallones
de zapadores y ferrocarrileros que tendrán a su cargo la construcción de caminos
y vías férreas. De esta manera disminuirán los gastos, se formará la conciencia
ciudadana y se preparará a los individuos para trabajar con elementos modernos
y métodos racionales, contribuyendo al perfeccionamiento de los sistemas de
trabajo. La instrucción general y militar debe perfeccionarse, haciendo que
contribuyan a ello los elementos que hayan podido ampliar sus conocimientos en
Europa. Los elementos materiales del Ejército deben ser cuidadosamente
seleccionados, no con la mira de una política de dominio y expansión, sino como
una forma de garantizar el libre desenvolvimiento de nuestras posibilidades
económicas. El Ejército, la Guardia Civil y Policía, la Marina y la Aeronáutica
constituyen instituciones democráticas que garantizan la existencia nacional y
deben tener como base su apartamiento absoluto de toda actividad política. De
otro modo se convertirían en factores de disolución los elementos que deben ser
la salvaguardia de la Nación y los defensores de las normas legales. Nosotros
en esta oportunidad, tenemos que ratificar nuestro anhelo de solidaridad con
los miembros del Ejército, la Armada, la Guardia Civil y Policía y Aeronáutica.
(Aplausos).
CONCEPTO
ANTIOLIGARQUICO DE LAS FUERZAS ARMADAS
Tengo que repetir hoy lo que he dicho tantas veces.
La mayoría del Ejército, de la Marina, de la Policía nacional, está formada por
hombres que pertenecen a las clases medias, a las clases obreras y a las clases
campesinas que, como ya acabo de demostrar, son clases que defiende nuestro
Partido. (Bravos y aplausos). Por consiguiente, nosotros no podemos estar
contra el Ejército. Estaríamos contra él si fuéramos oligarquía o aristocracia.
(Bravos y aplausos). Nosotros sabemos que las fuerzas de defensa nacional están
constituidas, en su mayoría, por miembros de la gran raza indígena que debemos
rescatar (Grandes aplausos). Nosotros sabemos que, clasistamente, son los
trabajadores, son los campesinos, es la clase media, los que dan el contingente
de sangre para el Ejército Nacional, que las aristocracias y las oligarquías
generalmente deniegan (Grandes aplausos y bravos).
EL
APRISMO Y EL EJÉRCITO
Nosotros no pretendemos aprovechar al Ejército
políticamente. Nosotros queremos que las instituciones armadas del país guarden
su independencia, pero somos absolutamente partidarios de que el Estado no sólo
les garantice independencia y progreso, sino también dignificación y honor
(Grandes aplausos y bravos).
Las argumentaciones que han pretendido hacerse
promoviendo diferencias entre el Ejército y el Partido Aprista carecen de
fundamento. Nuestra adhesión a los Institutos Armados no es recurso oratorio
del momento, está basada en nuestro concepto económico y político del Estado;
es un resultado lógico de nuestra ideología, un resultado lógico de nuestro
programa de reorganización (Grandes aplausos).
Como adición a nuestro concepto sobre el
Ejército, sólo tengo que decir que nuestro Partido sostiene la disminución del
período del servicio militar obligatorio al término de un año, más o menos
(Aplausos).
REFORMA
AGRARIA
Nuestro plan de organización económica basada en
la agricultura nacional supone un programa de gobierno que tienda a hacer
realidad la colaboración que ha de impulsar la producción agrícola del país. La
creación de un Banco Agrícola se ha sostenido desde la fundación del Partido en
1924; de un Banco Agrícola, no en el sentido neto de la palabra, sino además
como organizador de las cooperativas agrarias; como un garantizador de las
comunidades indígenas, como un orientador y como un instructor técnico de las
actividades de los trabajadores del campo. Este es un punto vital de nuestro
plan de Reforma Agraria, ya que es inexplicable que en un país principalmente
agrícola no exista la debida protección a lo que constituye la actividad mayor
de nuestra producción (Aplausos).
PEQUEÑA
INDUSTRIA
Punto fundamental de nuestro programa es el que
se refiere a la colaboración del Estado a nuestra producción nacional, al
desarrollo de la pequeña industria que deberá basarse en la democracia
económica. Necesitamos procurar, también, el consumo de lo que se produzca,
sobre todo en el orden de los productos con un plan tendiente a investigar
previamente nuestras necesidades. De allí que proyectemos un Congreso Económico
Nacional. Plan de protección y amparo por parte del Estado a la pequeña
industria y al pequeño comercio, a fin de organizar el respaldo de la economía
nacional (Aplausos).
CAPITAL
EXTRANJERO
Tengo que insistir en esta parte sobre nuestro
punto de vista acerca del capital extranjero, y quiero dar la explicación aún
más detallada de nuestra posición al respecto. He dicho que nosotros
consideramos que el capital extranjero es necesario en los países de elemental
desarrollo económico como el nuestro. Pero, también es preciso recordar que la
falta de conocimientos científicos económicos en el país, ha permitido que se
establezca aquí como apotegma que necesitamos aceptarlos vengan de donde vengan
y vengan como vengan. El error está en la segunda parte. Porque los que
argumentan que el controlar el capital extranjero es ahuyentarlo, ignoran una
ley económica la ley económica de la expansión de capital que lo empuja a venir
con tanta fuerza como a nosotros nos lleva a recibirlo (Grandes aplausos). Si
descubrimos la posibilidad de equilibrar estas dos fuerzas, estas dos leyes,
entonces nosotros podremos vivir en buena relación con el capital extranjero,
sin caer en la dependencia de él, defendiendo el equilibrio de nuestra propia
economía y haciendo del capital extranjero un cooperante en el desarrollo
económico nacional (Grandes aplausos).
REFORMA
FINANCIERA – LA MONEDA
Con la reorganización de nuestra Economía,
tendremos que afrontar la reorganización de nuestras Finanzas. Este punto es de
importancia extraordinaria en momentos como éste de crisis mundial
verdaderamente inquietante. Nada se ha hecho en ese sentido en el Perú. Se
llamó al profesor Kemmerer, pero pronto tendrá que lamentar el país los
resultados de su misión (Aplausos). Ninguna política financiera más peligrosa
que la del “gold exchange standard” para
países de reducido radio de acción económica como el nuestro. Mirando con un
poco de atención nuestra realidad actual, confrontándola con la realidad del
mundo, hemos de convenir en que no sólo el abandono del “gold exchange
standard” se hará imperativo sino también el del “gold standard” o patrón de
oro. (Aplausos). Es necesario ver las cosas claramente. El Perú es país
productor de plata y la remonetización de la plata ha de traernos grandes
beneficios (Aplausos). Si en grandes países se nota ya la tendencia al abandono
temporal del patrón de oro, ¿por qué hemos de esperar nosotros la última hora,
para adoptar la medida que ha de salvar
nuestra economía y ha de librar el respaldo de nuestro papel moneda de un
desmedro cuantioso e inútil? ¿Por qué no buscar en el bimetalismo un camino de
estabilidad para la economía nacional? Nosotros propugnamos como medida de
emergencia el abandono del patrón de oro y la recaudación de moneda de plata en
la mayor proporción que sea posible (Aplausos). Y, naturalmente, el abandono
inmediato del patrón de divisas de otro. (Aplausos). Que circule en el país una
moneda que inspire confianza y equilibre en cuanto sea posible los factores
ahora más que nunca aleatorios de la cotización (Grandes aplausos).
REGIONALISMO
ECONOMICO Y DESCENTRALISMO
Consecuencia fundamental también de nuestro
concepto económico de la política es lo que nosotros llamamos el regionalismo
económico. Nosotros consideramos que es preciso la investigación previa de la
realidad nacional, de la apreciación geográfico-económica de la región. Sobre
la región económica hay que erigir la región política. Este regionalismo
económico envuelve, pues, el llamado descentralismo, es decir, lo implica, lo
supone, va más allá que él porque lo garantiza mejor y no lo presenta como un
fin, siendo el descentralismo en sí un medio. De modo, pues, que la región
económica es nuestra forma de acción descentralista, y dicho sea de paso, el
aprismo que ha sido desde su fundación descentralista, es y será descentralista
(Bravos y aplausos).
El regionalismo económico hará la delimitación
política de las regiones de acuerdo con sus zonas de producción de riqueza.
Sobre el regionalismo económico se establecerá el regionalismo político sin
perder las líneas de la unidad nacional y sin perder la cohesión armónica de
las regiones con el Estado central. Nosotros sostenemos que en todos los
órdenes de la administración debe primar el concepto económico de la región, a
fin de dar independencia económica, en cuanto se pueda, a cada región y sobre esa
base erigir nuestra administración y política educacionales. Una nueva
demarcación política del país tendrá que hacerse alguna vez (Aplausos). Sobre
esta base del regionalismo económico tendremos nosotros que erigir nuestro
sistema educacional.
EDUCACION
La educación y la cultura del pueblo constituyen
capítulos importantes del programa del Partido Aprista. Tenemos que rescatar
culturalmente a millones de hombres que están alejados de toda posibilidad de
vida realmente civilizada. Tenemos que elevar al rango de humano a tantos
millones de indígenas que han vivido olvidados, aunque sean los herederos de
los dueños de este país. Pero tenemos que orientar nuestra educación de acuerdo
con nuestra economía. Tenemos que preparar los hombres para el trabajo y por el
trabajo. Tenemos que establecer formas de educación práctica, de un carácter
técnico, de un carácter actual, de un carácter moderno, de un carácter
integral. Una educación pública formada en la escuela única, que acaba con las
diferencias que hoy existen establecidas por las escuelas primarias privadas y
las escuelas primarias del Estado. La Escuela única del Estado es, sin duda,
una medida conducente a la formación de la conciencia nacional y a la formación
de un buen concepto de la política y del trabajo en el país (Aplausos).
REINVINDICACIONES
DEL TRABAJADOR
Yo no quiero prolongar excesivamente esta
conferencia, conciudadanos. Tratando todos los enunciados concretos del
programa inmediato podría alargarse mucho, pero he enunciado ya los que son
principales y los que están vinculados más estrictamente a este nuestro plan de
previa investigación de nuestra realidad económica. Tendría que referirme a
muchos otros, podría caer en una lista que es obvio enumerar: problema de
higiene; problemas de comunicación; problemas de cultura general; problemas de
vinculación y acercamiento de las diversas partes que integran la nacionalidad;
problemas, en fin, de protección y de garantía a los trabajadores; de educación
a los trabajadores, de respeto a sus derechos y de mejora de sus condiciones
materiales y morales (Bravos y aplausos); problemas de garantía a la clase
media, de garantía al pequeño propietario, al pequeño capitalista, al pequeño
comerciante; problemas que están completamente contenidos en nuestra concepción
económica del Estado, que supone la organización total de nuestro sistema
social de vida económica y política.
Ahora réstame decir, compañeros, que aunque
podría continuar analizando lo que constituye el plan general de nuestra
política, tenemos ya base suficiente para la organización de un movimiento que
se afirme verdaderamente en las necesidades vitales del país.
FUERZA
MORAL DEL APRISMO
Nosotros comprendemos que nuestro programa
mínimo y nuestro programa máximo, están limitados por las exigencias de nuestra
realidad presente; es decir, que además de nuestra crisis económica, política y
social que impone una solución inmediata, tenemos ante todo una crisis moral
que impone, inmediatamente también, una solución de carácter nacional (Bravos y
aplausos).
El mejor fundamento de nuestro Partido es,
consecuentemente, nuestro deseo de incorporarnos como fuerza moral del país que
señala el camino de una nueva política dignificada y humana. Ha llegado el
momento de demostrar que en el Perú las masas nacionales pueden construir sus
bases democráticas sin recurrir al soborno y sin recurrir a la política de los
viejos métodos (Aplausos). Y queremos demostrar también que si el aprismo es
una concepción económica, es igualmente una tesis política y una ideología. Pero
el aprismo es, sobre todas las cosas, una fuerza moral de inteligencia y de
cultura en el país (Aplausos). En esta empresa verdaderamente sagrada, en esta
lucha, sin duda alguna, sin precedentes en la Nación, tenemos que insurgir como
un verdadero grupo o como un verdadero organismo que, sin olvidar los problemas
que son fundamentales en el país, indique las formas, no sólo en el Gobierno
del Estado, sino las formas en la lucha para captar el Gobierno (Aplausos).
Comprendo perfectamente que nuestra empresa es
pesada, que nuestra tarea es difícil. Que no sólo es necesario enunciar los
males nacionales con la claridad que los enuncia nuestro programa, sino que
también es necesario tener fe, optimismo y fortaleza frente al plan gigantesco
para solucionarlos. Comprendo perfectamente que nuestra tarea es difícil en un
pueblo donde las pasiones políticas conducen a los mayores extremos; donde
todas las energías parecían muertas; difícil en un pueblo donde la violencia y
la inquina no respetan nada y dan ejemplos verdaderamente denigrantes a las
generaciones jóvenes; difícil en un pueblo donde es necesario comenzar por
constituir las bases mismas de la organización estatal. Pero el aprismo se
incorpora como una fuerza moral nueva y, bien en alto el sentido de su responsabilidad
ante el país, pretende asumir la dirección de los negocios públicos.
El aprismo, pues, no es sólo una bandera política;
el aprismo, todos los sentimos, es una fuerza que responde a un anhelo
nacional. Es una fuerza que responde a un viejo dolor del Perú. El aprismo
significa el Perú nuevo que insurge, que quiere tomar su puesto, que quiere
peruanizarse, según reza nuestro apotegma. El aprismo significa la movilización
de todos aquellos que permanecieron a espaldas de los asuntos del Estado y que
hoy quieren exigir su derecho y quieren que su derecho se respete (Bravos y
aplausos).
Por eso están demás, absolutamente demás, las
acusaciones que se hagan al aprismo –lo ha dicho muy bien nuestro compañero
Seoane- y hemos de repetirlo con absoluta conciencia de la responsabilidad de
nuestra palabra: nosotros no tenemos ni podemos tener vinculación alguna con
ninguna de las facciones políticas que han actuado o actúan en el país.
Nosotros somos un organismo independiente; no necesitamos pedir ayuda a nadie,
porque la ayuda y el aliento de nuestra fuerza está en el pueblo mismo (Grandes
bravos y aplausos). Nosotros no necesitamos ni el oro ajeno ni la protección ni
la ayuda. Somos absolutamente independientes; no queremos aceptar –y desde
ahora hemos de notificarlo- ayuda o alianza con ninguna otra fuerza política
(Bravos y aplausos).
El aprismo tiene sus principios perfectamente
determinados y el aprismo no excluye la cooperación de cualquier ciudadano
honrado que quisiera contribuir a nuestro ideario y al propósito de hacer
surgir al Perú (Bravos y aplausos).
LO QUE EL
APRISMO EXIGE
Lo que si el aprismo exige de sus miembros es
honestidad, sinceridad y firme propósito de sacrificio. Nosotros no somos una
fuerza política para repartir puestos públicos. Nosotros no somos una fuerza
política que haga falsas promesas; nosotros estamos lejos de la demagogia;
nosotros queremos exigirle al pueblo sus deberes de esta hora; queremos decirle
que hay que rescatar lo perdido moral y materialmente para la Nación; y que son
las fuerzas que hasta hoy han permanecido alejadas de la vida política de la
República, lo que hay de más puro, de más fuerte, de mayoritario en la vida
nacional, las que deben incorporarse a cumplir esta tarea; pero nosotros somos
y seremos fuerzas de izquierda; la derecha ha fracasado (Bravos y aplausos).
Vamos nosotros a demostrar que la izquierda
puede gobernar el país. Vamos a demostrar también que nuestra fuerza no va a
extremismos inútiles. Aquellos que nos llamaron fuerza disolvente se han equivocado,
porque el aprismo es en sí un organismo perfectamente sistematizado y
disciplinado que marcha con los pies sobre la arena y mirando muy de cerca
nuestra realidad. Vamos, pues, conciudadanos, cumpliendo una tarea que es
verdaderamente grande para todos nosotros. Y desde aquí pido a todos los que no
comulgan con el ideario del aprismo, que combatan las ideas con las ideas; que
no recurran a los métodos inconfesables de la pasión política; que, como he
dicho al llegar a Lima, contribuyan todos a elevar y a dignificar la conciencia
nacional. El aprismo, es credo de justicia, que es credo que supone nobleza y
sabiduría, no puede caer en la venganza o el encono. Nosotros abrimos los
brazos a todos aquellos que quieran discutir nuestras ideas. Estamos dispuestos
a responder a todos aquellos que quieran oponer principios a nuestros
principios. Nosotros no somos ni exclusivistas
ni oportunistas. Nuestra fuerza justamente por tener gran arraigo en la
conciencia pública, justamente por ser verdadera, tiene que demostrar
generosidad y tiene que contestar al ataque insidiosos sin violencia,
demostrando que nosotros no vamos entrar en ese terreno, que ha llegado la hora
de dar ejemplo ante el país y ante la América de que es posible en el Perú
hallar formas de lucha más dignas, más conscientes (Grandes aplausos). Esta
actitud nuestra no supone ni pesimismo, ni debilidad. Nosotros tenemos
conciencia clara de nuestra posición en la política. Nosotros sabemos muy bien
que cada aprista debe responder como yo a la pregunta de si nosotros pagamos
algo para aumentar las filas de nuestro Partido. Por eso puedo yo preguntar, no
sólo a los apristas, sino al país todos, si se ha sabido que nuestro Partido
haya dado una sola moneda para sobornar una conciencia o para comprar un voto
(Muchas voces: ¡No, no…!) (Aplausos).
Aquellos que no pueden comprender las grandes
manifestaciones del despertar de la conciencia ciudadana de un pueblo, pueden
cotizarlo. Pero no es posible que en el Perú se vea germinar la política de
cotización, aquella política tendiente a desviar la conciencia del pueblo para
impedir que se encamine hacia grandes realizaciones.
Por eso nosotros tenemos que preguntarnos
siempre ante el país diciendo lo que realmente significa la obra del aprismo,
proclamando que puede ser que estemos equivocados –no lo creemos-, pero jamás
podrá decirse de nosotros que procedemos insinceramente y menos que procedemos
por interés (Bravos y aplausos).
LEVANTAR
EL ESPIRITU DEL PUEBLO
Es muy difícil levantar el espíritu de un pueblo,
es muy difícil conducir a grandes masas hombres y llevarlas por nuevos caminos
y llevarlas hacia nuevas teorías en el orden político. Pero nosotros estamos
realizando esta obra; nosotros, todos los apristas, sin excepción, estamos
demostrando al Perú que es posible al fin, que el pueblo entienda, y que si no
entiende, sienta lo que es un nuevo ideario de reivindicaciones integrales; que
no es preciso perderse en extremismos inútiles; que no necesitamos esas recetas
europeas para dar denominación a nuestro movimiento; que nuestro movimiento
insurge de nuestra realidad y que si insurge de la realidad nuestra, es
peruano, absolutamente peruano (Grandes aplausos).
Por eso compañeros y conciudadanos, el aprismo,
de un lado, levanta la bandera del Gobierno científico, del Gobierno basado en
la economía, del Gobierno basado en la investigación, del Gobierno basado en la
capacidad, y de otro lado levanta la bandera del movimiento político afirmado
en la emoción. Nosotros somos los que, al mismo tiempo, proclamamos la
necesidad de un Gobierno científico, de un Gobierno de método, de un Gobierno
de disciplina, pero los que invocamos emoción, entusiasmo, fe y decisión en
aquellos que están llamados a imponer tal tipo de Gobierno (Grandes aplausos y
bravos).
Debemos sentirnos cada vez más fuertes. Nuestro
movimiento va hacia adelante siempre, entonando cantos victoriosos. Yo acabo de
ver aquí, conciudadanos, el saludo que me habéis hecho enarbolando vuestra
libretas electorales; eso es, sin duda, simpático en un país en el que se
desconocía hasta ahora el valor moral, no el valor cotizable, de la libreta
electoral (Grandes aplausos y bravos).
Y esa actitud indica, pues, que el aprismo está
sostenido por el pueblo bueno, ese que verdaderamente practica la democracia.
Por eso nosotros defendemos y defenderemos el voto secreto, que es menos
cotizable que el voto público. Por eso nosotros nos mantenemos en el principio
de la elección libre y legal, porque la elección libre y legal nos dará la
victoria (Aplausos). Por eso es que nosotros tratamos de que cada uno comprenda
lo que significa su función de sufragante. Nosotros estamos contribuyendo al
advenimiento de la democracia verdadera. Por eso es que, convencidos de la
concepción clara de nuestros principios democráticos, preferiríamos ser
derrotados a sacrificar lo que hay de moral y de puro en nuestro movimiento
(Grandes aplausos). Nosotros queremos, vencidos o vencedores, dejar en el país
el ejemplo de un Partido que insurgió sin más fuerza que el entusiasmo del
pueblo. Nosotros queremos que la estela de nuestro Partido en la Historia
Nacional sea la que dejaron los grandes intentos que jamás pueden borrarse de
nuestra memoria. Nosotros somos los herederos del pensamiento magnífico de
Manuel Gonzáles Prada (Grandes aplausos). Y si nosotros sabemos que Gonzáles
Prada no pudo llegar a ser Presidente del Perú y que otro político también de
gran importancia y sin duda raro en el medio de nuestra política, don Nicolás
de Piérola, fue derrotado en 1904 y apartado de la lucha en 1908, nosotros
queremos que en la Historia no se repita este caso. Nosotros queremos la voz y
el voto de la opinión pública; que el anhelo nacional no se burle; y por eso
hemos organizado una fuerza perfectamente definida y disciplinada que está
dispuesta a ir a la lucha para demostrar que en el Perú hay ya fuerza bastante
para que se respete la opinión de la mayoría.
Con la conciencia exacta de nuestra misión
histórica, conciudadanos, queremos dejar al futuro un ejemplo; queremos que las
generaciones jóvenes del Perú, que los que vengan detrás de nosotros respeten
la ley y nuestros pasos; queremos que no se pierda el rastro luminoso del
Partido Aprista Peruano, cuyo ideario puede ser la herejía para muchos hoy,
pero ha de ser, según el pensamiento del Maestro, credo del mañana (Bravos y
aplausos).
SALUDO
Saludo, pues en nombre del Partido Aprista
Peruano, no sólo a los apristas presentes, saludo también a los que sin
pertenecer a nuestro Partido, adversarios o no, vinieron a contribuir esta
tarde a dar esta manifestación de cultura, a dar esta manifestación quizá sin
precedentes en el país, para demostrar que pueden ser adversarios respetuosos y
oponentes leales mañana.
Y en nombre de este Partido que no recibe oro de
nadie, que vive por la cooperación de todos, agradezco también a los que siendo
adversarios o indiferentes contribuyeron esta tarde a dar la fuerza económica a
nuestras cajas de lucha (Bravos y estruendosos aplausos).
Y, ahora, compañeros, saludo a los apristas de
Lima, saludos a los ciudadanos aquí reunidos y les pregunto después de esta
breve enunciación de lo que podríamos llamar el ideario de nuestro Partido, si
no podrán acoger el grito que yo lanzo, grito que expresa el anhelo de todo el
Perú:
¡SOLO EL APRISMO PODRA SALVARNOS!
(Voces de ¡Sí!, ¡sí!, bravos y grandes plausos).
·
HAYA DE LA TORRE. POLITICA
APRISTA. TERCERA EDICION. EDITORIAL EDITORES Y PUBLICIDAD S.A. LIMA PERÚ. 1989.